martes, agosto 30, 2011

Seis treinta

Mabel amaneció cruzada. Con lagañas en los ojos y los pelos revueltos miró a su marido que aún dormitaba a su lado y le dijo: "Omar, estoy harta, me pudrí, hoy voy a mandar al banco a la mierda".
Bajó a la cocina y después de tomar una taza de café se serenó. El impulso destructivo menguaba.
Su esposo entró a la cocina rascandose la nuca y con sueño le preguntó qué fue lo que le había dicho hacía un rato. Mabel le respondió que se olvidara del tema, que no había sido nada, que lo importante ahora era que necesitaban mermelada de durazno y pan lactal del supermercado.
Omar se sentó a la mesa, se sirvió café y ojeó la sección de espectáculos del diario.