S era un jóven de 23 años a punto de recibirse de odontólogo. Era un pésimo jugador de chinchón y le gustaba la CocaCola bien fría.
T rondaba los 45. Hincha de Huracán, conductor de un automóvil negro y amarillo. Los domingos almorzaba en la casa de su madre.
Un domingo de Septiembre el destino decidió presentarlos en una esquina céntrica.
S: Buen día
T: Buenas
S: Hasta Callao y Santa Fe por favor
T: Muy bien
Ya en Callao y Santa Fe
T: Son seis pesos
S: Tome
T: Gracias
S: Hasta luego
S y T no se verían nunca más.
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