Martín leyó que era a las 22.00, pero sabía que arrancaría tipo 22.20, 22.35. Prendió el aparato a las 22.15 por las dudas. Espero hasta las 23 y su programa no empezaba. A las 23.43 apagó el televisor puteando y durmió amargado y de mal humor y comiéndose la bronca.
Manuel no mira televisión y esa noche durmió tranquilo después de leer un capítulo del libro que tiene sobre su mesa de luz.
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